Acabó 2014, un año para olvidar en Osasuna a nivel deportivo, económico e institucional. El descenso de categoría después de 14 años en Primera supuso un golpe tremendo a una afición que no sabía lo que le quedaba por vivir.
Nadie podía imaginar por marzo, con la salvación muy encaminada, que este iba a ser el año de la pérdida de categoría. Una horrible racha, victorias inesperadas de rivales en tiempo añadido y una pizca de mala suerte hicieron que los navarros se quedaran a un punto de la salvación y del record de temporadas consecutivas en la máxima categoría. Cuando ya se había asimilado el descenso salieron a la luz la deuda y los graves problemas de supervivencia del club. Poco a poco se ha ido saliendo al paso y, centrándonos en lo deportivo, Osasuna no acabó el año en la posición que se esperaba.
El proyecto, a pesar de las bajas y los recortes, estaba ideado para ascender, pero la realidad es que el equipo no se ha hecho a la categoría y hasta hace dos jornadas estaba en descenso a Segunda B. Con el punto de inflexión que marca el cambio de año, los rojillos deben aprovechar para seguir la dinámica ganadora de los últimos encuentros ante Valladolid y Las Palmas. Seguir encadenando victorias y tener una línea ascendente debe servir para pelear por entrar en los puestos de palyoff de ascenso. Enero será un mes complicado por las bajas de los internacionales y las posibles salidas de jugadores, pero debe ser el mes de la consolidación del equipo.
A poco que se haga en 2015 se mejorará el pasado año, pero deben dar su máximo rendimiento desde ya para recuperar los puntos perdidos.