Un final previsible

En fútbol puede pasar de todo, pero hay situaciones que uno sabe que pueden suceder y es mejor evitarlas. El ciclo de Mendilíbar en Osasuna estaba acabado desde el año pasado y alargarlo era un peligro en caso de un mal inicio liguero. Su crédito estaba acabado, había un sector de la afición en contra y estas tres derrotas le terminaron de rematar.

La etapa de José Luis Mendilíbar, a pesar de como ha acabado, ha sido buena y debería ser recordada así. El de Zaldíbar cogió el equipo roto y en descenso que había dejado Camacho y fue capaz de hacerle un lavado de cara y mantenerlo en Primera. La siguiente temporada, con el bonus que supuso tener a Raúl García, se quedó a un punto de entrar en Europa y fue la confirmación de un estilo de juego ideal para Osasuna. Sin embargo, en su tercera temporada y con una tremenda pérdida de calidad en la plantilla, llegaron numerosos problemas que no fue capaz de solucionar. En las últimas jornadas se consiguió salvar al equipo y, tras lograr el objetivo, lo mejor era dar por cerrada una etapa que había llegado a su fin. Sin embargo, aunque con muchas dudas, la directiva prefirió que continuara en el cargo, y eso conllevaba un riesgo en caso de que el equipo no puntuara en las primeras jornadas.

La destitución de Mendilíbar nada más empezar el campeonato sólo significa una cosa, que la directiva se equivocó en Junio o se equivoca ahora. Si se decide confiar en él y confirmar su continuidad, no es de recibo que en tan sólo tres jornadas acabe en la calle con este circo de reuniones de la directiva. Los 94 partidos dirigidos en Liga le convierten en el 5º entrenador más longevo de la historia de Osasuna en la máxima categoría y durante su primera etapa llegó a protagonizar uno de los mejores arranques. Por esto y otras muchas cosas ha sido un entrenador que no ha pasado inadvertido entre el osasunismo. Ahora es momento de pasar página y elegir al sustituto adecuado para sacar esto adelante, que no será fácil.