Cuando los resultados y las sensaciones no acompañan, sobre todo en El Sadar, el debate entre el aficionado rojillo está asegurado. Y eso es algo que parece que se está viviendo actualmente en Osasuna.
La temporada comenzó con el tremendo varapalo de la eliminación europea, y siguió un inicio de Liga irregular. La primera victoria en casa se hizo esperar más de la cuenta, y ahora llegaban dos partidos en los que se esperaba sumar puntos, sin embargo acabaron con derrota y empate. Hay una sensación de inconformismo y preocupación generalizar en el aficionado de Osasuna, pero, ¿realmente estamos tan mal?
Los navarros están ahora mismo en mitad de tabla, con siete puntos de ventaja sobre la zona de descenso, algo que años atrás se catalogaría como una situación liguera espectacular. Las últimas temporadas han sido realmente buenas, con salvaciones muy holgadas y un equipo muy divertido de ver. Por tanto, los números no sostienen ese sentimiento y algunas críticas que se pueden escuchar. Parece que hay aficionados que se han mal acostumbrado a unas excepcionales clasificaciones y que se olvidan de lo que costaba mantener la categoría hace no mucho. No se puede negar que el proyecto se ha consolidado, aunque esta palabra no termine de gustar a Braulio, que se ha mantenido a casi todos los jugadores importantes y que la 23/24 se iniciaba con ambición. A esto se añaden los resultados en El Sadar, la fragilidad defensiva y cierta pérdida de identidad en el juego. Pero nada de eso parece justificar que se eleve tanto el tono de la crítica y la insatisfacción cuando un equipo, que su objetivo prioritario es la salvación, está con siete puntos de ventaja sobre el descenso en mitad de tablar.
Arrasate tiene todo el crédito para que se confié en él y se le deje trabajar, años atrás salvó situaciones que sí eran realmente preocupantes, y los jugadores han demostrado su nivel. El equipo no está tan mal.