La travesía de Enric Gallego en Osasuna no podrá ser recordada positivamente, y no sólo por las recientes noticias del juzgado, sino por todos los aspectos de su incorporación.
El fichaje del delantero catalán fue para olvidar por coste, rendimiento y desenlace. Es cierto que la grave lesión del Chimy Ávila precipitó su llegada en el final del mercado de invierno, pero su limitada trayectoria en la élite dotaban de cierto riesgo su incorporación. Hay que pensar que cuando fichas a un jugador de esa edad, sobre todo con unos compromisos económicos así de altos, es para que dé un rendimiento inmediato. En el caso de Enric Gallego no había tiempo para adaptaciones o progresiones, a su edad si no aportaba desde el principio iba a ser imposible amortizarle. Tras un año y medio ya se vio que no iba a ser el caso, el entrenador no contaba con él, y tocaba buscarle una salida. Al tener todavía mercado en Segunda División se trabajó para tratar de recuperar parte de la inversión, y el Eibar parecía el destino ideal: Aceptaba pagar unas variables a Osasuna, firmaba dos temporadas al delantero con un buen salario y era un club competitivo donde poder regresar a Primera. Sin embargo Enric Gallego y su representante no lo pusieron tan fácil, forzaron de más en las negociaciones, y rechazaron al conjunto armero cuando todo parecía estar encaminado. Sabían que el tiempo jugaba en contra de los rojillos por ese 1M€ que tenían que pagar al Getafe en caso de permanencia, y lo exprimieron al máximo para obtener todo su contrato. Llegaba la fecha límite, y Osasuna se vio obligado a rescindirle unilateralmente para no tener que pagar esa cantidad a los madrileños. El jugador, que había rechazado por medio del club firmar también por el Tenerife, curiosamente llegó a un acuerdo con los insulares cuando ya era totalmente libre.
La jugada no fue elegante, aprovechando la posición de debilidad negociadora de los navarros para sacar el máximo provecho. Algo que puede ser lícito, pero que tras no rendir como se esperaba, sabiendo además la apuesta económica que se hizo por él, y teniendo un buen destino a su alcance deja mucho que desear. Dicho esto, el club se equivocó al no querer pagarle su contrato. Si no cuentas deportivamente con Enric Gallego y le rescindes el contrato de forma unilateral estás obligado a pagarle la ficha. Por mucho que duela, es lo que hay que hacer legalmente, y así se ha podido ver en la sentencia de un juicio que da un, todavía más, triste final a su andadura en Pamplona.