Tras once partidos y con el equipo en descenso casi todo el mundo coincide en que este Osasuna no es el mismo de la pasada campaña.
Y la realidad es así, ni el estilo, ni las sensaciones, ni el juego nos recuerdan a ese equipo de la 19/20. Una de las grandes diferencias reside en los laterales. La marcha de Estupiñán se ha notado muchísimo, sobre todo a nivel ofensivo. Ya dijo Braulio antes del mercado de fichajes que el jugador que llegara para sustituirle seguramente sería peor y más caro. Y la realidad ha sido después mucho más cruel. A la ausencia del internacional ecuatoriano se ha unido el menor rendimiento de Nacho Vidal, que encima en ambos casos se han sustituido por jugadores que por sus características no pueden aportar lo que éstos daban, y eso hace de Osasuna un conjunto mucho menos peligroso por las bandas. La pasada campaña los rojillos eran un equipo de mucha presión, y que por fuera tenía una de sus principales armas gracias a Rubén García, Roberto Torres, Estupiñán, Nacho Vidal y sobre todos sus centros y combinaciones. Desde hace meses se sabía que el lateral izquierdo no seguiría a pesar de tener contrato por una cláusula de repesca del Watford, seguramente se trabajó mucho en su posible sustituto, y acabó llegando Juan Cruz que tiene unas cualidades totalmente diferentes. Tuvo la oportunidad y de momento la categoría le ha venido grande, sin ser capaz de mostrar lo que sí hizo en Segunda División. Llegó entonces el momento del ‘parche’ con Íñigo Pérez, que se había utilizado en el ascenso, pero que ahora lo iba a hacer en Primera y con continuidad. El resultado es el que es, puede valerte algún día, pero sus atributos no son exactamente los de un lateral y mucho menos te da la profundidad que tenía Estupiñán. En la otra banda, pese a que Nacho Vidal sigue en el equipo, la titularidad es ahora para Roncaglia debido al bajón sufrido por el valenciano. Y pasa algo parecido, el argentino es un defensa polivalente y peleón, que incluso ha marcado con un buen golpeo de larga distancia, pero que no sube la banda con continuidad, no aporta irrupciones que descoloquen a la defensa rival, y que resta mucho en ataque.
Por tanto, si una de las características de Osasuna en la 19/20 eran su peligro por banda gracias a dos laterales largos y ofensivos, y eso ahora se pierde, existe un enorme problema que resolver. Y lo preocupante es que este es sólo uno de los grandes problemas que tiene ahora mismo el equipo.