Osasuna se enfrenta, un año más, a un final de Liga de infarto en el que se juega la permanencia en cada partido. Los últimos resultados han acercado a los navarros a la zona baja, y ya no se puede volver a fallar.
Tras la brillante victoria ante el Atlético de Madrid, parecía que iba a ser relativamente fácil conseguir la permanencia. Sin embargo, cinco derrotas seguidas devolvieron a Osasuna a la pelea por el descenso y dispararon las alarmas. Tras empatar contra la Real Sociedad, ganar al Almería y empatar ante Valladolid y Valencia, la sensación es agridulce. Son cuatro partidos sin perder, que dejan más de un encuentro de margen sobre el descenso gracias al golaverage, pero en los tres empates, todos ellos como local, quedó la sensación de que se pudo hacer más. De hecho ante el Valencia se fue ganando hasta el minuto 81, con lo hubieran significado esos tres puntos en la clasificación. Ya no se puede perdonar, hay que ir a por todas, sobre todo porque el próximo partido es ante el Bernabeu y ese margen sobre el descenso puede desaparecer de un plumazo. Frente a Celta, Espanyol y Betis, que seguramente no se jugarán nada, los rojillos están obligados a ganar. Tienen que ir a por el partido desde el pitido inicial y demostrar que se están jugando la vida.
La salvación supondría un record histórico de 15 temporadas consecutivas en la máxima categoría. Y llenaría de orgullo a una afición que sigue al equipo cada partido. Además, con la situación económica actual, un descenso complicaría mucho las cosas.
La cosa no está nada clara para Osasuna. La victoria del Málaga ayer hará que vayan a Getafe relajados y eso no de bueno para Osasuna.