Osasuna vive en el aspecto deportivo un momento de rendimiento y satisfacción que probablemente nunca se había obtenido con semejante regularidad.
Desde la llegada de Arrasate el club ha cumplido, incluso con varias jornadas de adelanto, el objetivo fijado a principio de temporada. Hasta habiendo vivido algún momento relativamente crítico durante la campaña, lo que da más importancia al logro. Este año se abordó la planificación con ambición, ya que cuando el entrenador renovó se vio que no quería sumar otro año con el mismo guión, quería algo más aunque hubiese que tomar decisiones incómodas. Se puso fin a trayectorias muy relevantes, se sacó de la rotación a jugadores jóvenes en crecimiento, y se intentó fichar futbolistas de nivel que subieran la competitividad del equipo. Y se acertó de lleno, se ha logrado que nombres que las pasadas temporadas eran indiscutibles ahora tengan que buscar su oportunidad desde el banquillo, que el equipo tenga alternativas suficientes para pelear cada jornada, y que la clasificación tras esta especie de Torneo Apertura diga que Osasuna está a sólo un punto de la Champions League. Y todo esto a pesar del amargo resultado del último partido ante el Barcelona, en el que los navarros tuvieron en su mano ganar y pegar un salto espectacular.
El devenir de la competición dirá si se va a pelear por puestos europeos a final de mayo, pero lo que parece evidente es que Braulio y Arrasate han vuelto a conseguir lo que querían. Se mantuvieron a los mejores jugadores, se dio la alternativa a Oroz, se acertó con los fichajes y se ha sabido mezclar todo para que ahora mismo Osasuna sea uno de los equipos con los que más se disfruta en Liga. El plan que se había fijado, está saliendo muy bien.