Hace exactamente cinco años se hizo oficial la llegada del director deportivo al cuadro navarro. Los rojillos descendían a Segunda y necesitaban una reestructuración total, que sería liderada por él.
En abril de 2017 hablamos con Luis Sabalza, presidente de Osasuna, que tenía por delante unas elecciones que él mismo había adelantado. No se mojó con ninguna respuesta debido a que en ese momento, teóricamente, no se sabía si seguiría. Pero una vez acabada la entrevista nos dejó caer con ilusión lo que podía ser el siguiente proyecto. Un mes antes Palacios, histórico rojillo, había declinado la propuesta del club para el puesto por fidelidad al Numancia, dejando así vía libre para la llegada de Braulio, con Cata como secretario técnico.
Se puede decir que la incorporación del gallego ha significado un punto de inflexión en Osasuna, apoyándose en la honestidad y la generación de confianza para lograr sus objetivos. Ya en su primer año, aprovechándose del potencial económico que da ser un recién descendido, fichó en pocos días a jugadores que destacaban en Segunda. El ambicioso mensaje desde el club fue el peor enemigo esa temporada, ya que se generaron unas expectativas tan altas y difíciles de cumplir (todos conocemos la categoría de plata) que se volvieron en su contra con el desenlace final. Pero la realidad es que pese a tener lesionados a los dos jugadores del once sin un sustituto a su altura (Sergio Herrera y Clerc) el equipo llegó a la última jornada virtualmente en la 5ª posición y valiéndole el empate para entrar en playoff. Finalmente no se logró, Diego Martínez no encajó en El Sadar y seguían asperezas de años atrás.
Nada de eso frenó el proyecto, puesto que había servido para ir haciendo una plantilla que se convertiría en histórica. Con algunos fichajes más el siguiente verano y la llegada de Arrasate, otro hombre clave en estos cinco años, el proyecto arrancó del todo y ya no paró. Un campeonato insuperable, un título incontestable y un ascenso merecido. En 18 meses Braulio había cogido una plantilla discreta, un club sin competitividad y lo había convertido en el mejor equipo de Segunda División. La irrupción en Primera no pudo ser mejor, añadiendo nuevas incorporaciones que antes parecían inimaginables y renovaciones donde antes había ventas.
Por tercera temporada seguida el equipo ha mantenido la categoría con una solvencia nada habitual en lo que ha sido Osasuna este siglo. La dirección deportiva es más compleja de lo que parece, no todo se reduce a fichar nombres como en un videojuego, ya que como dice Víctor Orta, hay que saber de todo. Su trabajo trasciende de lo deportivo, sabiendo manejar la gestión de grupo (como destacó Oier en su despedida primando el factor humano en los fichajes), el cuadre económico con cláusulas que permiten la llegada de algunos jugadores de más caché y haciendo del conjunto rojillo un equipo donde los jugadores quieren venir. Su tarea es muy difícil y cada año supera el reto con nota, llevando a Osasuna al siguiente nivel. Además su éxito no se limita al primer equipo, y es que en 2018 incorporó a Castillejo para entrenar al Promesas. Logrando el ascenso a Segunda B, la permanencia en la categoría, y ahora que se ha dividido la misma el ascenso a 1ªRFEF.
Braulio se refiere a algunos jugadores como ‘fichajes estratégicos’, pero el verdadero fichaje estratégico de este Osasuna ha sido él. Con muchas más luces que sombras, con un crecimiento deportivo y económico, con una plantilla que gusta en El Sadar y sobre todo con ganas de seguir más años en Pamplona.