El extremo valenciano vive la que sería su cuarta etapa en Osasuna, con la intención de volver a convencer a Arrasate para formar parte de la plantilla.
La travesía de Róber Ibáñez como rojillo no ha sido para nada la habitual, sumando primero dos cesiones de media temporada procedente del Getafe, llegando después en propiedad para una campaña más tarde salir cedido al no tener sitio. Con todavía dos años de contrato y tras una temporada irregular en Leganés, aunque de menos a más, pelea por seguir en Pamplona. Sus dos primeras medias temporadas, en Segunda, fueron realmente buenas. Sobre todo la segunda, la del ascenso, dando ese salto definitivo de calidad al equipo que se volvió prácticamente imbatible. De ahí que se forzara hasta conseguir su fichaje por 2M€. En Primera no rindió como se esperaba, pero no hay que olvidar que tuvo muchos problemas físicos que no le permitieron ofrecer su mejor nivel. Róber es un jugador diferente a lo que hay en la plantilla, con buenas conducciones en carrera, velocidad corriendo al espacio y saltando líneas rivales con su dribbling. En algunos momentos se echa de menos que tenga más pausa o sea más combinativo, cerrandose así a un rol más concreto. Con el gasto en plantilla ha ganado enteros su continuidad frente a un fichaje, incluso se puede leer en Diario de Navarra, medio afín al club, que se han rechazado propuestas de equipos de Segunda interesados en su incorporación.
Esta pretemporada está contando con muchos minutos y firmando buenas actuaciones. Ante el Amorebieta fue uno de los mejores rojillos, con varias jugadas personales de peligro, provocando muchas faltas y asistiendo a sus compañeros.