Las declaraciones del argentino Ezequiel Ávila, la reacción de los aficionados navarros y la posterior respuesta del argentino son un bucle que está continuamente de rabiosa actualidad en el universo rojillo.
Todo el mundo conoce la historia: Delantero que llega a un equipo nuevo, cae de pie, rinde por encima de lo esperado, se convierte en ídolo de la afición y otro club intenta su fichaje. En este caso fue el Barcelona quien parecía que tenía intención de pagar los 25M€ de su cláusula, pero una desafortunada lesión de rodilla mandó todo al traste. Lo hemos leído en prensa, escuchado en radio y visto en televisión, en ambos lados del océano y por duplicado o triplicado. Seguramente el Chimy Ávila es uno de los jugadores más mediáticos que ha tenido Osasuna en la última década. Su fútbol, entrega, historia y respuestas en los medios hacen que sea de gran interés para los periodistas y los seguidores de otros equipos. Sin embargo es de sobra conocido que Osasuna no es uno de los equipo de más repercusión del fútbol español, algo que sus aficionados aceptan e incluso disfrutan. De ahí las incómodas situaciones que se están viviendo últimamente para quien no está acostumbrado a este seguimiento. El rockero argentino Andrés Calamaro, qué además de nacionalidad comparte con el Chimy una cierta facilidad para no dejar a nadie indiferente por sus declaraciones, cantaba en una de sus canciones «qué finita es la frontera, entre la angustia y la felicidad«. Su metáfora no tenía nada que ver con lo deportivo, pero puede servir de ejemplo para entender esta situación. Dicen que del amor al odio hay un paso, sobre todo en fútbol, y este no tiene porqué darse por irse o al menos haber estado a punto de hacerlo, sino por la forma de contarlo. Osasuna ha visto como otras estrellas han salido del club, y muchos siguen siendo a día de hoy idolatrados. Nadie va a negar la entrega del Chimy Ávila, comprometido hasta tal punto que se rompió la rodilla cuando tenía un pie fuera del club. Otros no habría jugado el partido, pero él, agradecido al equipo y hambriento de fútbol decidió salir y jugar como si fuera su último encuentro. Es lícito e incluso entendible que estuviera feliz por la oportunidad que se presentaba, incluso que la comente. Pero tan lícito y entendible es que haya aficionados que se molesten cuando lo han escuchado tantas veces y en esos términos. El todavía rojillo no lo hace con maldad, su sentimiento hace Osasuna es sincero, pero la forma de expresarse, sin apenas tacto en ocasiones, hace que pueda traspasar esa fina frontera hacia el dolor.
Todos queremos lo mejor para el Chimy Ávila y Osasuna, sobre todo si siguen juntos, y será más fácil que llegue con un mensaje de unidad. Sería una sorpresa que la temporada 20/21 no la iniciara de rojo, por lo que lo mejor es olvidar algunas declaraciones, que no se repitan y pensar en celebrar sus próximos goles.
A mi me ofende q se ofrezca tanto. Esta en su derecho pero a mi no me hace gracia.