La temporada que está firmando Osasuna dentro y fuera del campo está siendo la más histriónica de los 96 años de vida del club. La decisión de colocar a Vasiljevic como entrenador del equipo ha sido el último capítulo.
Los navarros venían de una temporada ilusionante, en la que se había recuperado la comunión entre equipo y afición, con muchos canteranos en la plantilla, una reducción de la deuda y un apasionante ascenso. Ya en verano las cosas se empezaron a torcer, con una pretemporada tardía que trajo malos resultados y demasiados fichajes. Las victorias no llegaban y las lesiones de larga duración de titulares se acumulaban. Para colmo se decidió prescindir de Enrique Martín, un técnico de la casa entregado al club y con una pasión que en ocasiones sacaba de los jugadores más de lo que podían dar. Es cierto que sus resultados no fueron buenos, que sus conocimientos tácticos eran más limitados y que estaba encerrado en un sistema, pero al menos el equipo estaba vivo en la clasificación y no mereció salir así. La llegada de Caparrós no ha traído más que malas sensaciones y peores resultados, perdiendo todos los partidos de Liga que ha disputado. El sevillano recordó al peor Camacho, y sólo en un partido de Copa logró algo positivo que días después se echó por tierra. Lo lógico hubiera sido una dimisión, pero se agarró al banquillo y ha tenido que ser la junta directiva la que ha tenido que destituirle. Ahora se abre una nueva etapa en la que se ha colocado de entrenador a Vasiljevic, actual director deportivo y que jamás ha dirigido a ningún equipo. La decisión es tan arriesgada como extraña, dejando en manos de quien ha confeccionado la plantilla un proyecto que va a la deriva. Mientras tanto el presidente Sabalza se mantiene en un segundo plano, sin ser capaz de dar la cara ante los entrenadores despedidos y a la sombra de Fran Canal, un director general a sueldo que no fue elegido de manera electa.
Ojalá en unos meses todo haya cambiado y el equipo haya logrado un objetivo que, a día de hoy, parece una utopía. Pero la realidad es cruda y con una cifra de puntos ridícula, dos destituciones poco elegantes, un entrenador que no es entrenador y un presidente cobarde y escondido no parece que nada pueda mejorar. Es cierto que la calidad de la plantilla es muy justa, que lo normal es que sufra, pero no sacarle nada del potencial que tiene ni que al menos se peleen los partidos es una auténtica vergüenza.
Concreto, conciso y real como la vida misma, buen artículo.
Lo único claro es que cuando Martín no está en el club, aquí empiezan los reinos de taifas y cada cual se sube a la parra.
Hay demasiada gente a la que se les ha olvidado como estábamos hace dos años en el minuto 85 en Sabadell.
Gastarnos la pasta que nos hemos gastado en destituir a Martín y a Caparros para que jugadores y directivos no se sientan incómodos me parece un despropósito.
Vaya circo!!
Vasiljevic es un asq****** y solo quiero q salga de osasuna