El pasado domingo pudimos ver a un equipo excelente en ataque capaz de marcar seis goles y tener varias ocasiones para más, pero también un conjunto que encajó cuatro tantos y tuvo errores defensivos. La Segunda División es un campeonato irregular, y en El Sadar se pudo ver.
Cuando el Mallorca se adelantó en una jugada aislada muchos torcieron el gesto, y con el 1-3 en la segunda mitad pensaron que iba a ser el quinto partido seguido sin conocer la victoria. Sin embargo los atacantes rojillos tiraron de casta y desequilibrio para dar la vuelta al marcador y lograr una abultada victoria. Nos encontramos a un Osasuna capaz de generar ocasiones y convertirlas. Roberto Torres lideró el ataque marcando dos goles, asistiendo en otros dos y quedándose a centímetros de un hattrick. Nino peleó y tuvo el premio del gol que se le había negado jornadas atrás. Y Cedrick revolucionó el partido desequilibró por completo a la defensa rival, dando dos asistencias, marcando un gol que fue anulado pese a estar en línea y siendo un quebradero de cabeza para el Mallorca. Todas esta buenas noticias ofensivas contrastaron con un pobre partido defensivo. Los laterales brillaron poco en su parcela, Lotiès tuvo altibajos y Miguel Flaño falló con estrépito en el segundo gol bermellón. Además Riesgo, que estaba siendo toda una garantía, no tuvo su tarde y encajó los goles con relativa facilidad.
Es importante que Urban sea capaz de encontrar el equilibrio entre sus líneas. Los partidos se ganan desde atrás, siendo sólidos en defensa, pero es fundamental ser capaces de generar peligro y tener pegada también. El partido ante el Mallorca fue una locura de ida y vuelta que se llevaron los navarros por tener más calidad arriba, pero no siempre puede salir bien. Celebramos que después de tantos años parezca que hay pólvora en los últimos metros, pero repetimos que no se puede regalar nada en esta categoría, y la concentración defensiva es igual de importante.
No se pueden encajar tantos goles en casa aunque se ganen partidos.