La situación actual de Osasuna desespera a una afición que no se explica como el equipo ha podido complicarse de esta manera. Hasta esta jornada, los resultados de los rivales mantenían a los rojillos fuera del descenso, pero en un fin de semana en el que han ganado prácticamente todos, Osasuna ha caído en descenso.
Se pueden utilizar todo tipo de excusas por los goles en el tiempo de descuento, por las decisiones arbitrales, por las paradas del portero rival, etcétera. Pero la realidad es que el conjunto navarro perdió el nivel competitivo el día que goleó al Atlético de Madrid. Desde ese encuentro, sólo se han obtenido 6 de los 33 puntos en juego. Sólo han sido capaces de ganar un partido y se acumulan seis jornadas sin vencer en El Sadar. Lo peor de todo es la sensación que ofrece el equipo sobre el terreno de juego, sin intensidad, sin hambre, incluso conformistas con resultados que no valen para salvarse. El entrenador, lejos de buscar soluciones, repite jornada tras jornada el mismo sistema y casi el mismo once titular. Haciendo de Osasuna un equipo predecible y sin capacidad de sorpresa.
Quedan dos partidos en los que, si el equipo gana, se salvaría en casi el 100% de los casos, por lo que ya no pueden fallar. Todo lo que no sea ganar los próximos encuentros, podría acabar con los navarros en Segunda División.
Mucho pedir es que ganen los dos partidos que quedan.